RESIDENCIA POR OTRAS CIRCUNSTANCIAS EXCEPCIONALES
noviembre 18, 2020TARJETA DE IDENTIDAD DE EXTRANJERO (TIE)
diciembre 2, 2020Con motivo del 25 de noviembre, día internacional contra la violencia machista.
Con motivo del día internacional contra las violencias machistas, hoy, 25 de noviembre, procede volver la vista atrás y examinar el camino que hemos recorrido, en especial en la Comunidad Valenciana, en la lucha contra la violencia de género.
En septiembre de 2017 se firmó El Pacto valenciano contra la violencia de género y machista, que supuso la inclusión en la agenda pública valenciana de la lucha colectiva contra las violencias machistas y por la igualdad de género, estructurándose en cinco ejes, 21 objetivos y 293 medidas concretas que tienen el objetivo de transformar la sociedad y erradicar las violencias contra las mujeres, y que se revisa anualmente para conocer el grado de ejecución de las medidas. La última revisión constata, por desgracia, que solo un 67% de las medidas acordadas se cumplen efectivamente.
Y, si bien esto demuestra que la Comunidad Valenciana está en el buen camino, no significa que no nos quede otro tanto por recorrer, pues la violencia machista constituye un problema de base y, como tal, hay que combatirlo desde la raíz, que no es otra que la educación. Resulta preocupante que, en los últimos años, se haya dado un paso atrás en la concepción de las relaciones de pareja, entendiéndolas cada vez desde una perspectiva más machista, lo que supone el caldo de cultivo perfecto para que se materialice la violencia de género, pues se normaliza de tal manera la violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico o de la pareja, que finalmente las víctimas no se reconocen como tales y no piden las ayudas a su disposición. Para erradicar esta violencia y que en ningún caso sea vista como “normal”, debemos educar a toda la sociedad y, especialmente a nuestros jóvenes, de manera que se interiorice plenamente la conciencia de igualdad entre hombres y mujeres, y en esta línea integra El Pacto Valenciano diversas medidas.
Además de la educación, son importantes las medidas que regulan ayudas para las víctimas de violencia de género, y en esto El Pacto Valenciano ha sido pionero al contemplar la violencia de género como cuasi terrorista, lo que permitió que las prestaciones que reciben los huérfanos y otras víctimas se equiparasen a las que reciben las víctimas del terrorismo, ampliándose notablemente las indemnizaciones. Y esto resulta trascendental, pues en muchas ocasiones las víctimas no denuncian o salen del entorno de violencia machista por ser incapaces de valerse por sí mismas, siendo su agresor también su sostén económico, por tanto, al incrementarse las prestaciones, se incrementa el número de víctimas que dan el paso de pedir ayuda externa y solicitarlas.
Es importante conocer y dar a conocer, que estas ayudas no tienen solo carácter económico, sino que, por ejemplo, en el ámbito rural se llevan a cabo en forma de asistencia e información a las víctimas, que se presta de manera itinerante, para evitar la presión ambiental, vecinal y familiar que en muchas ocasiones se produce en los pequeños y apartados núcleos de población y que impide que muchas mujeres hagan pública su situación. Y, asimismo, también realizan una importantísima labor “els centres de la dona”, que asisten a mujeres que, por cualesquiera circunstancias, no pueden salir por sí mismas de la situación de violencia machista, proporcionándoles medios judiciales, psicológicos o formativos del tipo que necesiten, existiendo una importante red de información y asistencia a las víctimas de violencia machista que engrandece a la Comunidad Valenciana en este sentido.
No obstante, y a pesar de lo innovador y correcto del Pacto Valenciano, preocupa el hecho de que este se aplica únicamente en la Comunidad Valenciana y, en las distintas Comunidades Autónomas es desigual la atención que se presta a la violencia de genero y a sus víctimas. Es menester trabajar conjuntamente para eliminar de nuestra sociedad la violencia machista, a nivel estatal y homogéneo, de manera que no se haga distinción entre las víctimas según la comunidad en que se encuentren, pues ello trae consecuencias nefastas, tales como la falta de uso que se hace de los medios de asistencia, sobre todo los judiciales, lo cual con el tiempo se ha demostrado consecuencia de las trabas procesales que se imponen, como es la necesidad de contar con una denuncia previa para acceder a las ayudas, o la falta de formación específica del personal encargado del procedimiento, para enfocar y comprender la problemática específica que plantea la violencia machista.
Como conclusión principal, por tanto, cabe extraer que, en lo que ha de centrarse el país en su conjunto es en la educación de la sociedad y en la formación específica de quienes han de enfrentarse a la violencia machista, y será a partir de ahí cuando se podrán empezar a operar cambios relevantes para las víctimas de violencia de género y para las mujeres en general, ya que nuestro derecho se ha construido desde las necesidades de una sociedad patriarcal y, al desarrollar leyes en orden a luchar contra la violencia de genero se están poniendo parches cuando debería realizarse una remodelación completa, de base, y no solo implementar más leyes a un ordenamiento jurídico inicialmente machista. No será hasta que logremos la erradicación del machismo de nuestra sociedad, que conseguiremos erradicar también la violencia machista.
Fdo.: Silvia García Tomás
Este Pacto Valenciano era necesario desde hacía tiempo, pues la violencia machista es una problemática estructural muy enraizada en nuestra sociedad que evoluciona y se mantiene, por lo que era urgente combinar la acción política con la social para acabar con ella. Y en este sentido, El Pacto Valenciano llegó en el momento oportuno, pues logró un consenso mayoritario tanto en el ámbito social como político e institucional, lo cual se refleja en las medidas adoptadas que han ido evaluándose y redefiniendo con los años transcurridos
Con motivo del 25 de noviembre, día internacional contra la violencia machista.
Con motivo del día internacional contra las violencias machistas, hoy, 25 de noviembre, procede volver la vista atrás y examinar el camino que hemos recorrido, en especial en la Comunidad Valenciana, en la lucha contra la violencia de género.
En septiembre de 2017 se firmó El Pacto valenciano contra la violencia de género y machista, que supuso la inclusión en la agenda pública valenciana de la lucha colectiva contra las violencias machistas y por la igualdad de género, estructurándose en cinco ejes, 21 objetivos y 293 medidas concretas que tienen el objetivo de transformar la sociedad y erradicar las violencias contra las mujeres, y que se revisa anualmente para conocer el grado de ejecución de las medidas. La última revisión constata, por desgracia, que solo un 67% de las medidas acordadas se cumplen efectivamente.
Y, si bien esto demuestra que la Comunidad Valenciana está en el buen camino, no significa que no nos quede otro tanto por recorrer, pues la violencia machista constituye un problema de base y, como tal, hay que combatirlo desde la raíz, que no es otra que la educación. Resulta preocupante que, en los últimos años, se haya dado un paso atrás en la concepción de las relaciones de pareja, entendiéndolas cada vez desde una perspectiva más machista, lo que supone el caldo de cultivo perfecto para que se materialice la violencia de género, pues se normaliza de tal manera la violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico o de la pareja, que finalmente las víctimas no se reconocen como tales y no piden las ayudas a su disposición. Para erradicar esta violencia y que en ningún caso sea vista como “normal”, debemos educar a toda la sociedad y, especialmente a nuestros jóvenes, de manera que se interiorice plenamente la conciencia de igualdad entre hombres y mujeres, y en esta línea integra El Pacto Valenciano diversas medidas.
Además de la educación, son importantes las medidas que regulan ayudas para las víctimas de violencia de género, y en esto El Pacto Valenciano ha sido pionero al contemplar la violencia de género como cuasi terrorista, lo que permitió que las prestaciones que reciben los huérfanos y otras víctimas se equiparasen a las que reciben las víctimas del terrorismo, ampliándose notablemente las indemnizaciones. Y esto resulta trascendental, pues en muchas ocasiones las víctimas no denuncian o salen del entorno de violencia machista por ser incapaces de valerse por sí mismas, siendo su agresor también su sostén económico, por tanto, al incrementarse las prestaciones, se incrementa el número de víctimas que dan el paso de pedir ayuda externa y solicitarlas.
Es importante conocer y dar a conocer, que estas ayudas no tienen solo carácter económico, sino que, por ejemplo, en el ámbito rural se llevan a cabo en forma de asistencia e información a las víctimas, que se presta de manera itinerante, para evitar la presión ambiental, vecinal y familiar que en muchas ocasiones se produce en los pequeños y apartados núcleos de población y que impide que muchas mujeres hagan pública su situación. Y, asimismo, también realizan una importantísima labor “els centres de la dona”, que asisten a mujeres que, por cualesquiera circunstancias, no pueden salir por sí mismas de la situación de violencia machista, proporcionándoles medios judiciales, psicológicos o formativos del tipo que necesiten, existiendo una importante red de información y asistencia a las víctimas de violencia machista que engrandece a la Comunidad Valenciana en este sentido.
No obstante, y a pesar de lo innovador y correcto del Pacto Valenciano, preocupa el hecho de que este se aplica únicamente en la Comunidad Valenciana y, en las distintas Comunidades Autónomas es desigual la atención que se presta a la violencia de genero y a sus víctimas. Es menester trabajar conjuntamente para eliminar de nuestra sociedad la violencia machista, a nivel estatal y homogéneo, de manera que no se haga distinción entre las víctimas según la comunidad en que se encuentren, pues ello trae consecuencias nefastas, tales como la falta de uso que se hace de los medios de asistencia, sobre todo los judiciales, lo cual con el tiempo se ha demostrado consecuencia de las trabas procesales que se imponen, como es la necesidad de contar con una denuncia previa para acceder a las ayudas, o la falta de formación específica del personal encargado del procedimiento, para enfocar y comprender la problemática específica que plantea la violencia machista.
Como conclusión principal, por tanto, cabe extraer que, en lo que ha de centrarse el país en su conjunto es en la educación de la sociedad y en la formación específica de quienes han de enfrentarse a la violencia machista, y será a partir de ahí cuando se podrán empezar a operar cambios relevantes para las víctimas de violencia de género y para las mujeres en general, ya que nuestro derecho se ha construido desde las necesidades de una sociedad patriarcal y, al desarrollar leyes en orden a luchar contra la violencia de genero se están poniendo parches cuando debería realizarse una remodelación completa, de base, y no solo implementar más leyes a un ordenamiento jurídico inicialmente machista. No será hasta que logremos la erradicación del machismo de nuestra sociedad, que conseguiremos erradicar también la violencia machista.
Fdo.: Silvia García Tomás
Este Pacto Valenciano era necesario desde hacía tiempo, pues la violencia machista es una problemática estructural muy enraizada en nuestra sociedad que evoluciona y se mantiene, por lo que era urgente combinar la acción política con la social para acabar con ella. Y en este sentido, El Pacto Valenciano llegó en el momento oportuno, pues logró un consenso mayoritario tanto en el ámbito social como político e institucional, lo cual se refleja en las medidas adoptadas que han ido evaluándose y redefiniendo con los años transcurridos